8/10/09

ALEJANDRO FAURÉ : el primer diseñador grafico chileno

Hace poco, publicamos un posteo relativo a la exposición de humor gráfico de Jimmy Scott en la Estación Bellas Artes. Curiosamente, otro feliz suceso está aconteciendo también en Santiago Centro, a propósito de los históricos artistas y comunicadores de la gráfica nacional, esta vez con boleto de viaje al pasado: la muestra "Alejandro Fauré, un precursor de la ilustración editorial y el diseño gráfico en Chile", inaugurada el pasado 11 de junio y que estará abierta hasta el 31 de julio. Incluyó un evento central: el lanzamiento del libro "Alejandro Fauré, monografía de un precursor de la ilustración editorial y el diseño gráfico en Chile", de Mariana Muñoz y María Fernanda Villalobos, hoy 18 de julio.

La exposición se realiza en el Salón Bicentenario de la Biblioteca Nacional de Chile, y las piezas reproducidas dan la vuelta completa al muro de la amplia sala de exhibiciones. Un acontecimiento especialmente interesante para quienes trabajamos o hicimos alguna vez nuestro el trabajo editorial y el diseño gráfico, ya que Fauré corresponde a uno de los referentes más importantes y valiosos de la actividad en nuestro país, cuyo talento y experiencia europea colaboró en acelerar las artes gráficas chilenas de principios del siglo XX. Curiosamente, sin embargo, la historia ha sido ingrata y desagradecida con su memoria, por lo que esta exposición es casi un plan de rescate de su trabajo, que, por mérito propio, en realidad debiese estar al inicio de todo índice sobre la historia del diseño gráfico y editorial chileno.

Alejandro Fauré Boyer nació en Valparaíso el 5 de mayo de 1865, en el seno de una familia de inmigrantes franceses establecidos en el puerto desde pocos años antes. Sus primeros trabajos fueron para las imprentas litográficas porteñas. Era aún adolescente cuando ingresó a laLitografía Gillet, donde asumió roles de diseño de piezas gráficas que le permitieron convertirse en un hábil experto, pese a no haber estudiado jamás en alguna escuela de editorial o de artes aplicadas. Curiosamente, además, su trabajo tiene una clarísima influencia romántica de Art Nouveau, pese a que Fauré nunca pudo visitar Europa, por lo que su maestría le puso de manera natural en paralelo con los cultores de este movimiento modernista europeo. Esto puede verse claramente en las imágenes escogidas de la exposición que aquí mostramos.

Hacia 1890, marchó hasta Santiago con parte de su familia, tras fallecer su padre. Acá continuó en las actividades editoriales, donde demostró gran talento artístico y su delicado sentido de la estética en la ilustración. Su más importante matriz de labores tuvo lugar en la Imprenta Barcelona, que tenía sus cuarteles en calle Moneda 837. Allí escaló cargos hasta ocuparse de la dirección editorial de revistas como "La Lira Chilena". Sus influencias modernistas se repetían en portadas, viñetas, letras capitulares, logotipos, caricaturas, ilustraciones humorísticas, dibujos artísticos y títulos. Era un maestro completo.

Lamentablemente, la carrera prolífica de Fauré se vio cortada de súbito poco después de contraer matrimonio con su amada novia chilena, cuando cayó en una grave depresión al ser diagnosticado de una enfermedad incurable, y decidió quitarse la vida el 9 de noviembre de 1912. Abandonó este mundo con 47 años, dejando en la posteridad la marca histórica de su extraordinaria obra que ahora, gracias a esfuerzos como éste, vuelve a ser redescubierta y recotizada.

Como alguien ha anotado en uno de los paneles biográficos montados en la exposición de la Biblioteca Nacional:

"Su obra no sólo es reflejo de un país que se proyectaba al nuevo siglo mirando al viejo continente; también es testimonio de la vida urbana en formación y del surgimiento de los sectores medios de la sociedad chilena, a los que él pertenecía".

Sería algo de Perogrullo, entonces, el sugerir visitar la exposición a los amantes de la gráfica clásica y de la historia de medios... Más bien, ¡lo exijo!