8/10/09

Ocho ideas tras el éxito de China

Por Zhang Wei-Wei *

Si bien China seguirá aprendiendo de Occidente, podría ser tiempo ahora para que éste, por emplear la famosa frase de Deng, “emancipe su mente” y aprenda un poco más sobre China, incluso de sus grandes ideas, por muy ajenas que le parezcan.

China celebró el 60º aniversario de la República Popular el 30 de septiembre y la fanfarria habrá irritado a aquellos cuyas inclinaciones ideológicas no toleran que un “país comunista” tenga un tan alto concepto de sí mismo. Pero vale la pena observar a China objetivamente para ver qué le ha permitido pasar en una generación de ser un país asolado por la pobreza a una de las economías más grandes del mundo.

A los críticos les gusta afirmar que, pese a sus éxitos económicos, el país no tiene “grandes ideas” que ofrecer. Sin embargo, para quien esto escribe, son precisamente grandes ideas las que han configurado el dramático ascenso de China. Aquí van ocho de ellas.

1) Buscar la verdad en los hechos. Éste es un antiguo concepto chino, así como el credo del difunto Deng Xiaoping, quien creía que los hechos, más que los dogmas ideológicos (sean del este o el oeste) debieran ser el criterio final para identificar la verdad.

Examinando los hechos, Beijing concluyó que ni el modelo comunista soviético ni el modelo de democracia occidental funcionaban realmente para un país en desarrollo, en términos de lograr la modernización, y que la democratización habitualmente sigue a la modernización en lugar de precederla. De allí que Beijing decidiera en 1978 explorar su propia vía de desarrollo y adoptar un enfoque pragmático de prueba y error para su masivo programa de modernización.

2) La primacía de las formas de vida de los pueblos. Beijing ha adherido a este viejo concepto chino de gobernabilidad destacando como el derecho humano más esencial la erradicación de la pobreza. Esta idea despejó el camino al enorme éxito de China al sacar a cerca de 400 millones de individuos de la pobreza abyecta en el plazo de una generación, un éxito sin precedentes en la historia humana.

Se puede sostener que China corrigió una omisión histórica en la gama de los derechos humanos postulados por Occidente, que desde la Ilustración se han centrado casi exclusivamente en los civiles y políticos. Esta idea podría tener implicancias perdurables para los pobres del mundo.

3) La importancia del pensamiento holístico. Influida por su tradición filosófica, China ha seguido una estrategia holística para la modernización desde comienzos de los ’80 hasta hoy. Esto le ha permitido a Beijing establecer un patrón claro de prioridades y secuencias en diferentes etapas de transformación, donde a las reformas fáciles suelen seguir reformas más determinantes y difíciles, en contraste con las políticas populistas y de corto plazo que se aplican hoy en gran parte del mundo.

4) El gobierno es una virtud necesaria. En la larga historia de China, todas las épocas prósperas estuvieron asociadas a un Estado esclarecido y fuerte. Al contrario de la visión estadounidense del Estado como un mal necesario, la transformación de China ha sido encabezada por un Estado desarrollista esclarecido. Y al contrario de Mijaíl Gorbachov, que abandonó su viejo Estado y luego encontró a su imperio hecho trizas, Den Xiaoping reorientó al viejo Estado de China desde la utopía de Mao a la promoción de la modernización. Con todas sus fallas, el Estado chino es capaz de generar consenso nacional en la modernización y emprender difíciles objetivos estratégicos, como aplicar reformas en el sector bancario, desarrollar energías renovables y estimular la economía china contra la contracción global.

5) La buena gobernabilidad importa más que la democratización. China rechaza la dicotomía estereotipada de democracia versus autocracia y sostiene que la naturaleza del Estado, incluida su legitimidad, debe definirse por su sustancia; es decir, la buena gobernabilidad, y testeada por lo que pueda realizar.

Más allá de sus deficiencias en cuanto a transparencia e instituciones legales, el Estado chino ha presidido sobre la economía de más rápido crecimiento del mundo, mejorando ampliamente los estándares de vida de su pueblo. Setenta y seis por ciento de los chinos encuestados en 2008 se sentían optimistas respecto de su futuro, superando a los 17 países importantes encuestados por Pew, el centro de investigaciones de Washington.

6) Legitimidad por desempeño. Inspiradas en la tradición confuciana de la meritocracia, Beijing practica, si bien no siempre exitosamente, la legitimidad por el desempeño a través de todo el estrato político. Criterios como el desempeño en la erradicación de la pobreza y, cada vez más, en un medio ambiente más limpio, son factores clave en la promoción de los funcionarios. Los líderes de China son competentes, sofisticados y probados en diferentes niveles de responsabilidad.

7) Aprendizaje y adaptación selectivos. China representa una cultura secular donde se aprecia aprender de los otros. Los chinos han desarrollado una notable capacidad para el aprendizaje y la adaptación selectiva de nuevos desafíos, como se demuestra en la rapidez con que China ha asumido la revolución de las tecnologías de la información y luego ha sobresalido en ellas.

8) La armonía en la diversidad. Beijing ha revivido el antiguo ideal confuciano de una sociedad grande y compleja. Al descartar las políticas de confrontación al estilo occidental, Beijing ha trabajado duro para enfatizar los elementos comunes en los intereses de diferentes grupos con el propósito de diluir las tensiones sociales asociadas con los cambios rápidos y para establecer lo más pronto posible una red de seguridad social para todos.

China todavía se enfrenta a serios desafíos, como la lucha contra la corrupción y la reducción de las brechas regionales. Pero lo probable es que siga evolucionando sobre la base de estas ideas, en lugar de adherir a la democracia liberal occidental, debido a que estas ideas han en apariencia funcionado y han combinado de modo razonable el sentido común y la singular cultura política de China, producto de varios milenios, que incluyen alrededor de 20 dinastías, siete de las cuales duraron más que toda la historia de Estados Unidos.

Si bien China seguirá aprendiendo de Occidente para su propio beneficio, podría ser tiempo ahora para que éste, por emplear la famosa frase de Deng, “emancipe su mente” y aprenda un poco más sobre China, incluso de sus grandes ideas, por muy ajenas que le parezcan, para su propio beneficio. Esto no es sólo para evitar mayores incomprensiones por motivos ideológicos de esta nación enormemente importante, una civilización en sí misma, sino también para enriquecer la sabiduría colectiva del mundo al abordar los desafíos que van desde la erradicación de la pobreza al cambio climático y el choque de civilizaciones.

*El autor es académico de la Escuela de Diplomacia y Relaciones Internacionales de Ginebra y de las universidades chinas de Tsinghua y Fudan.Fue el principal intérprete al inglés de Den Xiaoping y otros líderes chinos a medidos de los ’80.